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La Música Tropical: Nuestro Patrimonio Músico-Cultural

lunes, 29 de febrero de 2016

Los Trovadores de Barú

 Los Trovadores de Barú

Una agrupación pequeña, pero muy sonora, que aún se escucha en los momentos festivos.

La mayoría de sus integrantes, lo mismo que su director, hicieron parte de la Orquesta Emisora Fuentes de Cartagena. Una tarde de mayo de 1946, Toño Fuentes requirió en su oficina al músico momposino Juan Esquivel, balbuceante compositor, sobresaliente arreglista, brillante instrumentista del saxofón y el clarinete y respetado director. Esas cualidades personificadas en el novel artista, le permitieron liderar lo que el magnate del disco tenía en mente: conformar una agrupación pequeña, pero con un sonido impecable, limpio, para que hiciera de los ritmos tropicales de Colombia unas llamativas grabaciones que tuvieran alcance internacional. Y así fue, la historia lo ha ratificado.

Para ese nuevo propósito de Toño Fuentes nada estaba lejos. Simplemente Juancho Esquivel, como siempre se le conoció en el medio musical, tenía que echar mano de aquellos músicos que conocía perfectamente en la orquesta grande que dirigía. Sin pensarlo dos veces, llamó a Clímaco Sarmiento (saxo y clarinete), José M. Crizón (bajo), Fernando Porto (percusión), Remberto Brú (cantante) y Carlos Gómez (corista). El mismo Toño Fuentes, con su guitarra hawaiana, hizo parte del elenco inicial, al que se agregaron Simón Mendoza (trompeta) y Efraín Torres (guitarra acompañante).

Esa agrupación de experimentados músico necesitaba, claro, de un nombre. Los ideales artísticos de su director y el sentido comercial del empresario gestor coincidieron. Nacieron “Los Trovadores de Barú”. La poesía evocadora de los trovadores, convertida en música para este caso, tenía que llegar al alma, así fuera nativa del trópico. Pero faltaba el complemento natural, aquel que implementara lo espacial. Barú, una isla al frente de Cartagena como una prolongación continental, fue una excelente elección. De este modo, su eufónico nombre estuvo a la medida con los sonidos salidos de su instrumentación.

Los Trovadores de Barú, así, se hicieron conocer mediante el vals “Tristezas del alma”, notable composición del arjonero Lucho Rodríguez Moreno, que mantuvo guardado, desde 1928, hasta encontrar la agrupación perfecta para su sutil interpretación, aún latente en el corazón de los acumuladores de experiencias que lo han bailado y tarareado desde su niñez, cuando en los matrimonios de la región los desposados eran recibidos con las notas de tan especial página romántica.

En esa primera grabación del grupo, año de 1946, se logra apreciar la maestría de Juancho Esquivel para orquestar. Dos clarinetistas, Clímaco Sarmiento y el propio Esquivel, hicieron una interpretación de lujo. De esos clarines y de la guitarra eléctrica de Toño Fuentes, más la melódica trompeta de Simón Mendoza en el intermedio de la pieza, se plasmó la maravillosa armonía de unos músicos sensibles a su arte, “tocados” por el Dios de la estética. Una metáfora desde lo tórrido hacia ese ritmo alemán.

El aporte de tres estrellas

Año de 1947. Aparece en la escena Guillermo Buitrago, un joven cantante, guitarrista y compositor cienaguero que, desde 1944, alcanzó a expandir su popularidad a nivel regional cuando se instaló en Barranquilla después de haber recorrido por ciudades y pueblos del Caribe. En esta ciudad fue artista exclusivo de Emisora Atlántico, estación radial donde se presentaba en vivo y también les programaban sus discos, como “La varita e’ caña”, “El negro Mendo”, “Los panderos de Riofrío” y “Petra la pelúa”, principalmente.

Al conocer Toño Fuentes el potencial artístico de “El Jilguero de la Sierra Nevada”, no vaciló en llevárselo para Cartagena, pues su empresa ya estaba acondicionada para el proceso completo de grabación, permitiéndole llevar al acetato su música con el trío conocido con el nombre de Guillermo Buitrago y sus Muchachos, lo mismo que con Los Trovadores de Barú. Con este último conjunto, brilló con su acostumbrado carisma. Su voz, suave como el terciopelo, y con un dejo nasal entre lo andino y lo caribeño, muy nodal en su carrera, se acopló fácilmente a los dirigidos por Juancho Esquivel.

Y manos a la obra. Inmediatamente, se dejó escuchar a los colombianos “Víspera de Año Nuevo”, un merengue de Tobías Enrique Pumarejo que antes había grabado, sin éxito, la orquesta del argentino Eduardo Armani. Con este tema, Guillermo Buitrago puso a bailar a todo el mundo. Fue la locura. Desde ese diciembre, hasta el presente, ha venido imponiéndose en los días navideños.

“La víspera de Año Nuevo/
estando la noche serena/
mi familia quedó con duelo/
yo gozando a mi morena/
te vengo a felicitar/
con el cuerpo y con el alma/
Año Nuevo lo quiero pasar/
contigo allá en la sabana”.

Luego vinieron “Grito vagabundo” (paseo), “El amor de Claudia” (paseo), “La piña madura” (mapalé), “Qué criterio” (paseo, originalmente conocido como “La gota fría”) y “El testamento” (paseo). Las grabaciones de Guillermo Buitrago con Los Trovadores de Barú ampliaron la cobertura musical del grupo. Tanta era su calidad, que acompañó a cantantes solistas, duetos y tríos que llegaban contratados a Cartagena y Medellín, o que estaban radicados en esas ciudades.

Grito vagabundo - Guillermo Buitrago y Los Trovadores de Barú

Después de ese resonante trabajo con el ídolo cienaguero, el turno le correspondió al maestro de maestros José Barros, figura creativa de nuestras lides musicales hasta el pasado reciente. Con bastante experiencia como compositor y cantante en Argentina, México, Perú y Colombia, sobre todo en tangos y rancheras, accedió al disco con Los Trovadores de Barú entre 1947 y 1953. En este último año, la agrupación nacida en Cartagena tuvo su final, apareciendo hasta mediados de 1956 Los Piratas de Bocachica, que eran los mismos Trovadores, pero enfatizando más en los dos clarinetes. Una nueva idea de Toño Fuentes, con sabor monetario, para aparentar una competencia, así como lo han hecho muchas empresas multinacionales con sus productos de masivo consumo.

Las primeras grabaciones de José Barros con Los Trovadores de Barú fueron “El vaquero” (porro), “Momposina” (porro), “La tanga chata” (porro) “No me dejes esperando” (son) y “La pava” (paseo), en el año de 1947. Los dos primeros números, los popularizó internacionalmente Nelson Pinedo con La Sonora Matancera, en los que se patentizó la gratificante lírica del banqueño en sus composiciones:

El vaquero -  José Barros y Los Trovadores de Barú

“El vaquero va cantando una tonada/
en la tarde va muriéndose en el río/
con el recuerdo triste de su amada/
lleva su corazón lleno de frío”.

En igual sentido:

“Mi vida está pendiente de una rosa/
porque es hermosa/
y aunque tenga espinas/
me la voy a llevar a mi casita/
porque es bonita/
mi rosa momposina”.

Dos años más tarde, les siguieron “Mi tesoro” (porro), “Arbolito de navidad” (merengue) y “El chupaflor” (paseo), tema al que Jaime Rico Salazar considera que su título original es “El picaflor”, además de aparecer en otras producciones como “Te llevo pa’ Magangué”.

El chupaflor (Te llevo a Magangué) - José Barros y Los Trovadores de Barú

La cadena de discos continuó, de 1949 a 1953, con “La plateña”, paseo de Rafael Escalona, “Mi tesoro” (porro), “Luna, lucero y noche” (merengue), “De que te quiero, te quiero” (merengue), “Caballito melao” (paseo) y “Navidad negra” (cumbia). Otros temas aparecen acompañados por Los Piratas de Bocachica, entre los que podemos destacar “El negro maluco”, porro dedicado a Abel Antonio Villa ante una divergencia surgida por motivos profesionales, “Llora corazón” (porro) y “Me voy de la vida” (paseo). Esta detallada discografía aparece recopilada en el Cd. “Recordando los éxitos originales de José Barros” (D 11681, año 2007), editado por Discos Fuentes.

Navidad negra - José Barros y Los Trovadores de Barú


Otra estrella del firmamento musical colombiano que le dio lustre a Los Trovadores de Barú fue Tito Cortés. Siendo apenas un cantante y guitarrista de afición, seguidor de Daniel Santos, fue impulsado por José Barros para que se hiciera un profesional de la música. La mano que le tendió lo llevó hasta el sello Fuentes, empresa donde le abrieron sus puertas ante semejante padrino. Aquella tarde futbolera, en la que el tumaqueño fungía de deportista, y que en un momento de descanso cantó a capela, siendo escuchado por el gran compositor banqueño, fue el inicio de la vertiginosa carrera del moreno del litoral Pacífico.


Año de 1952. José Barros le entregó a Juancho Esquivel varias de sus composiciones para que se las arreglara a Tito Cortés. En ese paquete se hallaba el bolero “Carnaval”, grabado cinco años atrás por Marfil y Paredes, en Buenos Aires, sin ninguna trascendencia. El pasillo “Dos claveles”, también conocido como “Clavelito rojo”, hizo parte de esas canciones seleccionadas por el prolífico y versátil compositor.

Con esos dos temas, Colombia le aportó al mundo hispánico un cantante de categoría. En los más remotos rincones del país, se escuchaban sus mensajes sonoros:

Carnaval - Tito Cortés y Los Trovadores de Barú


“Qué me importa si tienes amores/
que me quieras no es obligación/
estoy pronto a sufrir los rigores/
que me brinda la negra traición/
lo sabrás porque yo te lo digo/
que yo quiero y también sé olvidar/
no lamento este amor ya perdido/
que en mis noches yo supe soñar”.

De la misma manera, en el festejo fervoroso de El Día de las Madres, es un signo de reverencia cantarle a ese ser querido las notas y la lírica de tan bello y significativo
pasillo:

“Ay clavelito rojo/
que llevo aquí en el pecho/
vas pregonando amores/
amores maternales/
yo te llevaré siempre/
en el fondo de mi vida/
como un recuerdo santo/
de mi madre querida/
mi pecho lanza un grito/
y al cielo una mirada/
para pedirle a Cristo/
Cristo bendito Dios/
no te lleves mi madre/
mi madrecita buena/
mi madrecita santa/que mitiga mis penas”.

A esas dos páginas románticas, se les sumaron otras no menos importantes del cancionero colombiano, como “Eres tú” (pasillo de Juancho Esquivel), “Como las olas” (pasillo de Daniel Lemaitre) y “Amor y llanto” y “Ruego de amor”, pasillos de José Barros. Merece también la atención el bolero “Abandonado”, escrito por Joaquín “El Negro” Mora, argentino que tuvo la oportunidad de participar en las grabaciones ya descritas ejecutando el bandoneón, instrumento con el que realzó melódicamente esas piezas al darle un toque sureño que tanto ha gustado por estas tierras.

De esa buena cosecha de Tito Cortés con Los Trovadores de Barú, no pueden ser ignorados los currulaos “Buenaventura” y “Linda porteña”, distinciones autorales de Petronio Álvarez. Así mismo, “Casandra” (merengue) y “Navidad negra” (cumbia), de la prodigiosa pluma de José Barros, todos ellos contenidos en el Lp.” Ruego de amor” ( Discos Fuentes 300176).

Navidad negra - Tito Cortés y Los Trovadores de Barú


En fin, con Guillermo Buitrago, José Barros y Tito Cortés, la notoriedad de Los Trovadores de Barú aumentó con creces. Ídolos indiscutibles del patio, sus grandezas musicales todavía rompen el silencio de la cotidianidad. Sobre todo, en fechas tan íntimamente

La controvertida múcura

En 1948 quedó impreso en el disco el porro “La múcura”, por parte de Los Trovadores de Barú, vocalizado por Remberto Brú, líder de la agrupación en sus presentaciones personales dentro y fuera del país, ya que el prestigio ganado con su música les hizo visitar a Venezuela y Panamá. Con semejante grabación, una de las más conocidas en el mundo, surgieron muchas polémicas. Primero, sobre sus intérpretes, y, segundo, sobre su verdadero compositor. Vayamos a lo inicial. Desde un principio, hasta 1998, cuando aparece el Cd. “Historia del Vallenato en el Siglo XX”, Vol. 1 (J00006ADD), en los créditos aparecen Los Trovadores de Barú con el Trío Nacional.

La múcura - Los Trovadores de Barú con el Trío Nacional


Efectivamente, ese trío existió. Estuvo compuesto por Bob Toledo (vocalista), Juancho Esquivel (saxo y clarinete) y Alfonso Jiménez Puello, locutor y poeta cartagenero, en el piano. Lógicamente, Juancho Esquivel estuvo en la grabación como clarinetista, director y arreglista. Pero Bob Toledo y Alfonso Jiménez, no. Entonces, ¿por qué aparece allí el Trío Nacional? ¡Sabrá Dios!

Sobre “La múcura”, el más espinoso caso es el de su autoría. Cito textualmente a Rosario Fuentes, hija del reconocido autor ante la ley: “En una reunión, en su casa llena de amigos y por consiguiente de músicos –que no le podían faltar-, compuso ‘La múcura’. Tenía una tinaja de barro –que en Cartagena llaman múcura- y la estaban llenando de trago. Al intentar levantarla, como estaba tan pesada, Antonio Fuentes dijo ‘ay mamá, no puedo con ella’… Y con guitarra en mano le fue creando la melodía. Así compuso Toño la famosísima ‘Múcura’, la que recorrió el mundo entero” (Fuente: Colombia Musical. Una historia… Una empresa, pág. 33).

Pero, de todos es sabido, que Crescencio Salcedo siempre se abrogó su autoría. Hasta antes de morir, se consideró el creador de ese inmortal porro. Pero muchos críticos pusieron en duda su paternidad porque “El Compae Mochila” le dio un zarpazo al paseo “Se marchitaron las flores”, de Andrés Paz Barros, interpretado por Guillermo Buitrago.

En efecto, cito textualmente al músico soledeño Marcial Marchena Marín: “En una ocasión llegó Crescencio Salcedo a mi casa y yo le arrendé una pieza. Cualquier día de 1942 me solicitó que le escribiera una melodía y yo acepté. La pasé al pentagrama como él me la cantó y a la postre resultó con el nombre de ‘Mi cafetal’, o sea que Crescencio montó dicha letra en la melodía de Paz Barros” (Fuente: José I. Pinilla A. Cultores de la música colombiana, pág. 380).

Se ha dicho, por otro lado, más que todo por folcloristas, que esa importante pieza musical se cantaba, desde tiempos inmemoriales, por los habitantes ribereños del Magdalena, vasta zona del Caribe donde siempre ha brotado la imaginación para cantarle a la vida y su entorno. Por ser muy delicado este tema, no conozco, hasta el día de hoy, un documento investigativo que demuestre esta hipótesis con credibilidad.

Los hechos narrados han servido para hacer más pesada la múcura.

“La múcura está en el suelo/
ay mamá no puedo con ella/
me la llevo a la cabeza/
ay mamá no puedo con ella/
la múcura está en el suelo/
ay mamá no puedo con ella/
me la llevo a la cintura/
ay mamá no puedo con ella”.

Por último, falta anotar lo sucedido con Bobby Capó, gran cantante y destacado compositor, pero también tildado de usurpar la autoría de canciones que no eran suyas. Y ahí salta nuevamente la bendita “Múcura”. Al grabar este tema como porro guaracha en 1949, acompañado por la Orquesta de Avelino Muñoz, con los arreglos de este mismo músico panameño, apareció como autor el cantante boricua. Y allí fue Troya. Al sentirse afectado en sus derechos autorales, Toño Fuentes interpuso la querella jurídica del caso, de la que salió favorecido con una abultada indemnización.

Ante este álgido hecho, a Pacho Galán le brotó su genialidad como compositor dando a conocer un porro titulado “Se robaron la múcura”, grabado por Olguita Fuentes con la Orquesta Emisora Atlántico Jazz Band, y que ahora recordamos apartes de su letra:

“Dónde está la múcura/
dónde está que no la veo/
ya se la robaron/
eso si que no lo creo/
la rompieron/
la rompieron/
porque no podían con ella”.
Fuente: por Arnold Tejeda Valencia, La Lira No. 19.

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